
Alberto G., trabajador que quedó atrapado en un andamio durante el apagón eléctrico / Imagen cedida por él
El apagón eléctrico que se produjo este lunes pilló por sorpresa a toda la población y cada persona recordará, o no, el lugar en el que vivió este insólito evento. Quien seguro que no lo olvidará es Alberto G., un trabajador del sector de la construcción que estaba en un andamio eléctrico en Toledo, a la altura de una planta 12, del que escapó a través de la ventana abierta de una vivienda.
Cuando el reloj casi alcanzaba las 12.30 horas, él y un compañero subían hasta el ático para que el segundo pudiera pasar de ahí a otro andamio europeo -que cuenta con una plataforma fija- y continuar con el trabajo que están haciendo en el edificio, sustituyendo las ventanas del mismo. Alberto volvía a bajar con el eléctrico y, cuando estaba entre las plantas 11 y 12, se fue la luz, quedando atrapado entre ambas.
"Otro compañero me decía que se había ido la luz y esperé con tranquilidad a que volviera, sin agobiarme. Me fumé un cigarro y tomé algunas fotos", relata a este medio. Fueron pasando los minutos y el andamio seguía sin funcionar. La espera se fue alargando y tras una hora sin poder moverse del andamio eléctrico y conocer, mientras se escribía con familiares, que el apagón afectaba a todo el país, se aventuró a escapar del mismo colándose a la vivienda del piso 12 que tenía una ventana abierta.
Antes de hacerlo, relata, voceó con fuerza para comprobar si alguien dentro de la vivienda podía escucharle. "No contestaba nadie. La ventana estaba abierta porque tenían un tendedero para que se secase la ropa". Era su 'puerta' de escape' de una escena que no olvidará.
Inesperado encuentro
"No había una distancia muy exagerada. El andamio tiene como una barandilla a la que me subí y de ahí pude poner un pie en el vierteaguas, en la repisa de la ventana, y entrar a la vivienda", explica sobre cómo entró al inmueble.
Una vez dentro del apartamento se produjo el inesperado encuentro con el hombre y la mujer que habitan la misma. "Se quedaron blancos", subraya Alberto, que añade que les explicó la situación, "lo entendieron" y salió de la vivienda.
Tras abandonar el piso, cuando ya alcanzaba la hora de la comida y ante la imposibilidad de continuar trabajando, fueron a un supermercado. "Parecía el fin del mundo, para un rato que se va la luz", resalta con sorna sobre ese momento tras la experiencia que acababa de vivir.
Consiguieron algo de comida y regresaron de viaje a Madrid sobre las 16.00 horas. Continúo un poco "el caos, con la M-30 cortada" y la movilidad afectada en la ciudad, donde los semáforos tampoco funcionaban, como tampoco lo hizo el andamio del que Alberto consiguió salir airoso.