Se acerca el Día Internacional de la Mujer y las mujeres llevamos tiempo preparándonos para su celebración con reuniones online y propuestas que se ajusten a las medidas preventivas que estos momentos exigen; y de repente empezamos a ver como se agitan las aguas y empieza la algarabía. Empiezan a alzarse las voces condenando las manifestaciones para celebrar el 8-M, mucho antes de haber manifestado nuestra intención de salir masivamente a las calles, quizá alertadas esas voces porque otras asociaciones, que no tienen nada que ver con nosotras, han solicitado en bloque en todo el país a través de las delegaciones de gobierno las plazas y calles en las que nos reunimos otros años los colectivos feministas.
También entre esas muchas voces que escuchamos aparece la portavocía del Gobierno de Castilla-La Mancha desde donde se pide que el 8-M no se celebre en las calles. ¿Dónde le parecería apropiado a la Consejera sin Consejería que debemos celebrar el 8 de marzo? ¿en la cocina? ¿detrás de las cortinas? No vamos a conformarnos con unos susurros en las salas de estar de nuestras casa para no molestar y dejar el espacio y las calles para otros que pretenden estar pasándolo mucho peor que las mujeres. Y menos cuando desde el gobierno de Castilla-La Mancha se ha contemplado en silencio como en nuestra región se saltaban confinamientos perimetrales en coches, en calles y carreteras de la región, se invadían plazas llenándolas de barriles y como los lazos naranjas parecían proteger en las concentraciones de la concertada.
Cuando se acerca el Día Internacional de la Mujer Trabajadora empiezan los remilgos y salen en tropel a advertirnos (como si fuéramos menores y necesitáramos ser tuteladas) para que no nos desmadremos y seamos buenecitas. Sabemos que a muchos les complace que nos mantengamos en casa controladas y atareadas como hemos estado durante el confinamiento, pero hay que recordar que las calles también son nuestras y sabemos gestionar perfectamente nuestra presencia en ellas.
Criminalizar el movimiento feminista y señalarnos como causantes de la pandemia nos puso en la diana de todos aquellos que estaban rabiosos por sufrir los efectos de un virus del que apenas se sabía nada y vieron en el movimiento feminista una ocasión perfecta para canalizar su frustración. Ahora vuelven a enfocar sus desvelos en el feminismo como único argumento dentro de su campaña para desmantelar los logros que tanto han costado sacar adelante desde la lucha de las mujeres.
Pero no os preocupéis porque las mujeres sabemos perfectamente lo que nos jugamos en estos momentos y siempre, de hecho llevamos muchos meses cuidando y sufriendo junto a toda la sociedad los efectos de esta enfermedad, cuidando a nuestro entorno, cuidando a nuestros mayores, dependientes, hijos y familiares, compañeros, empleos y organizando el día a día en torno a multitud de medidas higiénicas. Así pues, tranquilos todos y todas, porque nosotras somos las primeras interesadas en que el panorama global mejore. De ahí que todas las concentraciones y actividades que se proponen se adapten a los aforos, medidas de seguridad e higiénicas y horarios de queda. Estamos trabajando en colectivos, asociaciones, partidos y sindicatos en ello, porque no vamos a renunciar nunca a poner en valor el 8 de marzo, a reivindicar y visibilizar a las mujeres que luchan, que trabajan, consumen, estudian y que cuidan porque sin ellas, sin nosotras, el sistema no aguanta y se desmorona.
Artículo de opinión de Isabel Álvarez, responsable del Área de Mujer de IU C-LM