Hace ya 12 semanas se decretó el estado de alarma en España por el coronavirus. Una pandemia que ha obligado a los ciudadanos a estar confinados desde el pasado 14 de marzo y que ha azotado a prácticamente el mundo entero. Si vivir esta crisis sanitaria ha sido, y está siendo duro para la gran mayoría ¿cómo lo estarán viviendo los castellanomanchegos que viven lejos de su tierra? Paula, Andrés, Rocío, Raquel y David nos cuentan su experiencia desde diferentes lugares del mundo.
Paula desde Bruselas: “Lo he vivido aquí mejor que en España"
Desde hace cinco años Paula de la Torre vive en Bruselas. Esta toledana, de 31 años trabaja actualmente en la Comisión Europea y ha vivido la crisis sanitaria y el confinamiento de una forma particular porque en la primera parte se encontraba de vacaciones en Toledo. “Lo viví con mucha angustia, primero por la pandemia, y después porque no sabía cuándo iba a poder volver a Bruselas. Me tenía que incorporar el 1 de abril, me cancelaron tres vuelos y por ello estaba preocupada. Al final pude coger un vuelo el 30 de marzo”.
Recuerda el viaje de Toledo a Madrid (para coger el vuelo) con mucha tensión ya que España se encontraba en el peor momento de la pandemia. “Me llevó mi padre en coche. Salimos con tiempo suficiente desde Toledo para llegar al aeropuerto aunque la carretera estaba vacía. Recuerdo que durante el viaje no hablé nada con él de la tensión que había”. El confinamiento comenzó en Bruselas cuatro días después que en España aunque con algunas diferencias, principalmente vinculadas al bienestar de los ciudadanos.
“La principal diferencia que he visto con España es que aquí el Gobierno ha tenido más empatía con los ciudadanos y a la población se le ha dado más confianza. Por ejemplo, no se ha prohibido a la gente salir a la calle, en lugar de eso, se le ha dado una libertad con normas. La principal diferencia no solo es que se haya podido salir a pasear o a hacer actividad física, las medidas que se han impuesto aquí han sido más sanas porque se ha tenido en cuenta la salud mental de la gente”, asegura Paula.
Andrés desde Bali: “No lo he vivido mal. He sido un privilegiado"
Tras vivir cuatro años en Australia Andrés Galindo decidió marcharse a Bali con su chica para iniciar una nueva vida. Procedente de Las Pedroñeras, en Cuenca, ha vivido la pandemia de forma muy diferente. “No lo he vivido mal. Muchos días me lo planteo porque he sido un privilegiado. Hemos estado en un sitio en el que hemos podido salir a la calle, no ha faltado nada en los supermercados y todo ha sido mucho más barato. He estado bien, produciendo música y haciendo cosas que en los últimos cuatro años no he podido hacer porque no paraba”.
Si algo ha aprendido durante el confinamiento es a vivir el día a día y a seguir formándose como dj. “Lo he vivido muy bien aunque obviamente con un ojo puesto en España por la familia y amigos. He aprendido a mejorar la producción de mi música y a vivir el día a día. También se ha juntado la preocupación por no tener ingresos y estar tirando de ahorros y pensando de dónde sacar o qué hacer”.
Desde un primer momento, decidieron permanecer en Bali y esperar a ver cómo evolucionaba la crisis sanitaria. “Nosotros llegamos el 6 de marzo y el confinamiento llegó a Bali dos semanas después. Aquí cerraron las playas, aunque las han vuelto a abrir el 1 de junio, y quitando eso, hemos llevado una vida normal. Eso sí nos han obligado a ir con mascarillas, todo un poco desastroso”, explica. El 29 de mayo finalizó el estado de alarma.
Rocío desde Richmond: "Del confinamiento he aprendido que no necesitamos tanto"
La albaceteña Rocio Calzado se marchó a Londres hace siete años para perfeccionar su inglés y para llegar a ser chef privado, una de sus metas profesionales. Actualmente vive en Richmond, al suroeste de Londres. “Boris Johnson no quiso tomar medidas drásticas hasta que él mismo contrajo el coronavirus y empezaron a aumentar considerablemente el número de casos. El confinamiento empezó oficialmente el 23 de marzo. Supongo que el refrán ‘cuando veas las barbas de tu vecino afeitar, pon las tuyas a remojar’ no se tuvo en cuenta a tiempo".
“La situación ha sido más permisiva que en España con creces. En este momento se van a reabrir colegios y se permiten reuniones de hasta seis personas manteniendo las distancias”, explica Rocío. Para esta albaceteña de 37 años, la imagen que se ha proyectado sobre España ha sido en un principio “desoladora” pero más tarde "austera y decidida” por poner medidas lo suficientemente fuertes para evitar que el coronavirus afectara a más personas.
"Del confinamiento he aprendido que no necesitamos tanto. Que vivimos en un mundo donde hay que respetar más tanto las decisiones por un bien común como a las personas. Lo que si me planteé muchas veces fue que si algo pasara, no podría coger un avión y eso me hacía sentirme triste y frustrada”, concluye.
Raquel desde Alemania: “Aquí se vive un ambiente de bastante normalidad”
La toledana Raquel del Olmo lleva 13 años viviendo en Werne, una pequeña ciudad de Alemania de unos 30.000 habitantes. Conoció a su marido estando de vacaciones en Noruega y desde entonces han formado una gran familia con tres hijos. Actualmente, y aunque estudió Psicología, trabaja para una empresa del Ayuntamiento que se llama 'Werne Marketing', en el área de Turismo.
“En Alemania no ha habido confinamiento en sí y eso ha hecho que las medidas estén siendo muy llevaderas. El Gobierno ha hecho recomendaciones para restringir los contactos, es decir, no tener muchos contactos con mucha gente diferente y en general la gente los ha respetado. Se nos ha permitido durante todo el tiempo salir a la calle a pasear y a hacer deporte, aunque con restricciones de número de personas”.
“Lo más difícil ha sido estar tan lejos de la familia y amigos, que se pudiesen poner enfermos y que yo no pudiese ir. Hablo todos los días con mis padres y cuando pasaron las tres primeras semanas me fui tranquilizando en ese sentido porque prácticamente no salían de casa. Por otro lado, las cifras de contagiados y fallecidos en España eran tan descorazonadoras que era muy difícil para mí entender que aquí pudiésemos salir y no hubiese tantos contagios y allí todo lo contrario”, concluye.
David, desde Londres: “Yo no diría que nos han confinado"
Hace ocho años David Alarcón Carretero, natural de San Clemente, en la provincia de Cuenca, se fue a Inglaterra para mejorar su inglés. Lo que iba a ser una estancia de un año se ha visto alargada en el tiempo. Tras probar suerte en el mundo de la hostelería desde hace dos años es profesor de español, su verdadera vocación y para lo que se formó. Actualmente reside en Horsham, un pueblo cercano al aeropuerto de Gatwick. “Yo no diría que nos han confinado, fueron tomando medidas muy lentamente y se vieron forzados por la situación internacional".
“Irlanda cerró sus colegios la primera semana de marzo y la semana siguiente lo hicieron Gales y Escocia y eso obligó a Boris Johnson a cerrarlos. Pero los colegios no se han cerrado completamente, están abiertos para los hijos de los trabajadores claves, es decir para aquellos que trabajan por ejemplo en la sanidad o en el transporte de materiales básicos”.
A nivel personal, ha llevado bien el confinamiento aunque el sentimiento de inmovilidad le resulta un poco raro. “Tengo un tío con cancer y mi madre es diabética. Claro que me preocupa porque si pasa algo no puedo ir porque no hay vuelos. Sin embargo, lo que me han contado desde San Clemente y Villarobledo, donde también tengo familia es que la mayoría de la gente se está comportando y siguiendo las reglas y eso te da más tranquilidad y seguridad”.