A la Gerente del Hospital Universitario de Toledo, a la ciudadanía, a las instituciones sanitarias y a quienes toman decisiones en materia de salud:
Las urgencias hospitalarias se encuentran cada fin de semana al borde del colapso. No es una percepción aislada ni un episodio puntual: es el síntoma visible de un sistema que lleva años tensionado, sostenido gracias al esfuerzo de los profesionales sanitarios, especialmente de los médicos, cuyas condiciones laborales distan cada vez más de ser aceptables.
Durante los fines de semana, cuando el volumen de consultas urgentes aumenta de manera previsible, la plantilla médica suele trabajar con menos recursos humanos, menos tiempo y menos margen para atender la creciente demanda. Estas circunstancias generan tiempos de espera insoportables, situaciones de estrés extremo y riesgo para la calidad asistencial que todos queremos preservar.
Pero hay un factor esencial del que se habla poco y que agrava de forma directa el colapso: la ausencia de visitas médicas regulares en las plantas de hospitalización durante los fines de semana. Cuando un paciente ingresado no es valorado en sábado o domingo, tampoco puede recibir el alta, ajustar un tratamiento o avanzar en su proceso de recuperación. El resultado es inmediato y contundente: las camas permanecen ocupadas más tiempo del necesario, bloqueando el circuito y limitando la capacidad del hospital para absorber nuevos ingresos procedentes de urgencias.
El círculo vicioso se completa así: urgencias desbordadas → necesidad de ingresar a pacientes que no pueden subir a planta por falta de camas → estancias prolongadas en urgencias, un espacio que no está diseñado para la hospitalización → incremento de la saturación, la frustración y la presión asistencial.
Precariedad y falta de planificación
Esta situación tiene una raíz común: la precariedad y la falta de planificación en las condiciones laborales del personal médico. Jornadas interminables, sobrecarga crónica, turnos de fin de semana sin suficientes refuerzos, dificultades para conciliar la vida personal, inestabilidad contractual y una creciente desmotivación son factores que comprometen no solo la salud de los profesionales, sino también la de los pacientes que dependen de ellos.
No podemos exigir una sanidad pública de calidad mientras mantenemos condiciones laborales que la hacen inviable.
No podemos esperar que las urgencias funcionen sin colapsar si no garantizamos la presencia y el trabajo coordinado de equipos médicos en todas las áreas del hospital, todos los días de la semana.
No podemos aspirar a una atención eficiente si no damos a los profesionales el tiempo, los medios y la estabilidad que requieren para ejercer su labor con seguridad.
Esta carta es un llamamiento urgente a replantear el modelo. A invertir en recursos humanos, reorganizar la atención hospitalaria durante los fines de semana, dignificar la profesión médica y afrontar con seriedad la reforma estructural que el sistema sanitario público de Toledo necesita.
Los médicos quieren hacer bien su trabajo. La ciudadanía merece una atención sanitaria digna. Las urgencias no pueden seguir siendo un punto de ruptura. Es responsabilidad de todos actuar ya.










