Castilla-La Mancha ha sido la penúltima comunidad autónoma en poner en marcha su Academia de Medicina (Extremadura es la única que todavía no lo ha hecho). Estas corporaciones de derecho público se crearon entre los siglos XVII y XVIII para aunar el conocimiento científico. La primera se puso en marcha en Sevilla en 1697, después llegaría la de Salamanca y posteriormente la de Madrid que se transformaría en la Academia de Medicina de España.
Hemos entrevistado a su presidente, Pedro Juan Tárraga, que es coordinador médico del Centro de Salud Zona 5 de Albacete y profesor de la Facultad de Medicina en la misma ciudad para conocer los objetivos que se marca la entidad y también cuál es su visión sobre la situación del sistema sanitario actual en la región.
“En algunos momentos han llegado a sustituir a las universidades”, comenta este médico de Familia, sobre estas academias que vivieron su peor momento después de la guerra civil para recuperar protagonismo de forma paulatina con los años.
Tras la llegada del Estado Autonómico, su implantación se extendió, pero con excepciones porque Asturias, Cantabria, Extremadura y Castilla-La Mancha quedaron rezagadas.
Desde Albacete, la inquietud por crear este foro científico y de divulgación dio lugar en 1968 a la creación de la Sociedad de Medicina y Cirugía albaceteña que ha sido el germen de la recién nacida Academia de Medicina de Castilla-La Mancha.
Sus primeros miembros, además del propio Tárraga, fueron Juan Solera, Pedro Zorrilla, José Manuel Juiz y el hoy rector de la Universidad de Castilla-La Mancha, Julián Garde.
La pasada semana se incorporaron a la academia los profesores y profesoras de la Universidad de Castilla-La Mancha, Julia Vaamonde Gamo, Mª Soledad Fernández Córdoba, Vicente José Anastasio Martínez Vizcaíno, Tomás Segura Martín, Mª Llanos Palop Herreros y Mairena Martín López, junto a Julio Virseda Rodríguez, profesor jubilado. Además se suman Julio Antonio Carbayo, Roberto de la Plaza Llamas y Luis Rodríguez Padial.
De la puesta en marcha de la Academia de Medicina de Castilla-La Mancha se viene hablando desde el año 2008 pero no terminaba de eclosionar…
Hablamos de una institución pública que depende del Gobierno regional y en particular de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes. Hubo negociaciones muy avanzadas durante el Gobierno de José María Barreda, pero hubo un cambio de gobierno y vuelta a empezar. Iba todo muy lento. Por fin, en el actual Gobierno regional, el director general de Universidades vio las cosas claras.
En Castilla-La Mancha teníamos el problema de que no existía ni tradición regional ni una Ley de Academias. Hubo que esperar a que se aprobase la ley.
¿Y para que es ahora necesaria una Academia de Medicina en la región?
Creo que ahora más que nunca debe servir para aunar el conocimiento sanitario, tanto clínico como de investigación. Sobre todo, tal y como le hemos comentado recientemente al consejero de Sanidad, en una región tan compleja y extensa como la nuestra. Es una manera de vertebrar la Sanidad en una institución regional con la solera que tienen las academias.
Suelo bromear diciendo que vamos a por los mejores de Castilla-La Mancha, los mejores expertos en Medicina, en Investigación y en todas las ramas.
En total habrá 35 académicos de número… ¿Con qué perfiles?
En los estatutos se establece que haya 14 relacionados Atención Primaria, Medicina Interna, Cardiología, después hay otras 12 plazas para el ámbito quirúrgico y además debemos tener representación de las ciencias básicas como la Anatomía o las ciencias afines y ahí están los veterinarios o los farmacéuticos.
Ya se han producido varias incorporaciones, pero ¿cuándo se va a completar el proceso hasta llegar a los 35 académicos?
Esto consiste en ir despacio y haciéndolo bien porque cuesta mucho. Hay que coordinar los méritos médicos o científicos… con la cuota territorial para que esté representada toda la región. Vamos despacio, seguro y espero que bien.
En sus Estatutos, la Academia se impone promover medidas que garanticen la paridad tanto el entre los académicos y académicas de número como en los órganos de Gobierno…
Sí, ya se han incorporado cuatro mujeres, un 40% del total actual. En todo caso debe primar el conocimiento, la paridad hay que tenerla en cuenta, pero quizá en experiencia ahora hay más hombres. Seguro que en las academias del futuro habrá más mujeres que hombres porque hoy en las facultades de Medicina el 80% son mujeres. Ahora es posible que nos quedemos en un 60-40. En 20 años es posible que sea al revés.
La sede está en Albacete. ¿Ya tienen lugar físico?
Estamos buscando sede definitiva. Ahora mismo la tenemos en la Facultad de Medicina de Albacete y esta semana nos reunimos con el alcalde. Hay buena voluntad para buscar un buen sitio.
¿Cuáles son los retos más acuciantes que ahora tiene la Academia en mitad de una pandemia que todavía no ha finalizado?
Las academias, tanto la nacional como las autonómicas, son el centro del conocimiento médico. Una de sus funciones es la de asesorar a las administraciones públicas. Nos hemos reunido con el consejero de Sanidad y lo entiende bastante bien. Además, existen juzgados específicos que, en otras comunidades autónomas, piden informes a las academias a la hora de emitir una sentencia.
¿Cree que esta pandemia removerá los cimientos del sector sanitario en España y en la región? Sus profesionales llevan años pidiendo más recursos
Hombre yo espero que sí. La verdad es que esta pandemia ha sido la mayor crisis en muchos, muchos años y ha sacado a la luz las fortalezas y debilidades del sistema sanitario.
Espero que haya abierto los ojos sobre lo que hacíamos bien y lo que necesitamos mejorar.
¿Se ha planteado ya la Academia de Medicina propuestas en este sentido?
Todavía no. Ahora mismo somos cinco académicos a los que se van a sumar diez más. Tendremos más fortaleza y trabajaremos en esa línea.
Se lo digo por ejemplo porque en estudio de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria que recoge cómo los médicos de Atención Primaria han atendido una media de 50 pacientes al día en la región durante la segunda ola COVID. La Sanidad tiene retos por delante…
La Atención Primaria, al no tener tanta tecnología, estaba más devaluada, pero ha mostrado su gran importancia. Hemos sido un dique de contención. Tengo la experiencia, incluso en la primera ola, con pacientes confinados en casa. Llevo 16 años en mi plaza, conozco a todos mis pacientes y el hecho de que su médico les llamase para saber cómo estaban fue muy importante.
Ha demostrado su gran papel como puerta de entrada al sistema de salud. Debemos estar ahí y hay que hacer todo lo que se pueda y deba para mejorar la Atención Primaria.
¿Es partidario de la telemedicina que parece haber llegado para quedarse?
Sí. Está claro que la asistencia presencial no la puede sustituir nadie cuando tienes que ver una lesión, una úlcera… pero para otras cosas que parecían ciencia ficción espero que se vayan desarrollando las nuevas tecnologías.
Nadie esperaba la pandemia y nos ha pillado desprovistos y la telemedicina debe desarrollarse. Ahora mismo funciona el teléfono, pero creo que las videollamadas casi todo el mundo las usa. Igual que el abuelo ha aprendido a usarlas para ver a sus nietos, para ver a su médico también puede hacerlo.
¿No le parece complicado en una región tan rural y envejecida como la nuestra?
Bueno sí, quizá hay sitios donde ni siquiera hay cobertura, pero conozco a muchos nietos que han enseñado a sus abuelos.
A veces la carga asistencial provoca que la Educación para la Salud se quede en el mundo de la teoría. Antes o después debemos avanzar mucho más en esa línea y probablemente deba hacerse desde la Atención Primaria
¿Hace falta más divulgación e información sobre salud y en particular salud pública? Se lo pregunto viendo lo que ha ocurrido con el macrobrote en Mallorca, con los episodios negacionistas de la pandemia…
Está claro que hay que promover mucho más la Educación para la Salud y probablemente deba de salir de la Atención Primaria. Para eso hay que desarrollarla. En las facultades de Medicina decimos que hay que promover la prevención. A veces la carga asistencial provoca que se quede en el mundo de la teoría. Antes o después debemos avanzar mucho más en esa línea.
Entre los proyectos del actual Gobierno regional está la creación de un Comité Bioético. Ya se han dado algunos pasos y parece importante por cuestiones como la pandemia, la reciente Ley de Eutanasia etc ¿La Academia jugará algún papel en este aspecto?
Creo que debe jugarlo y si se le pide colaboración se trabajará en esa línea.
En marzo, el sindicato CSIF denunció que Castilla-La Mancha fue la segunda comunidad en la que más crecieron las agresiones a profesionales sanitarios, en el periodo de enero a noviembre de 2020, un 165,4 por ciento, respecto a 2019. ¿Le preocupa o hablamos de casos aislados?
Yo espero que sean casos aislados. La pandemia nos ha afectado a todos, tanto psíquica como físicamente. Espero que el crecimiento de casos responda a un rebote de esta situación. Nunca habíamos vivido el estar encerrados con nuestras familias.
Ahora, al salir a la calle quizá la gente exija mucho más derechos sanitarios, igual que está ocurriendo con el tema de la fiesta o los macrobotellones sin límite. Espero que a partir de ahora se llegue a un equilibrio y que en el campo emocional o psíquico volvamos a lo de antes.
Mi opinión personal es que se trata de un rebote a la situación que hemos tenido.
Una de las funciones de la Academia es el estudio de la Historia de la Medicina. ¿Se ha convertido en una necesidad acuciante con la llegada de esta nueva pandemia y los augurios de que habrá otras?
Creo que la experiencia que hemos tenido debe servirnos como instrumento de prevención. Ha habido epidemias antes y esta no la vamos a olvidar enseguida. Deberíamos dejar constancia de lo que nos ha servido y lo que no.
Buscarán también promover la difusión de la actividad investigadora. ¿Cómo estamos en cuanto a investigación en Castilla-La Mancha? ¿Hay cantera y además se le facilitan las cosas desde la Administración pública o el ámbito privado?
Como en todo en la vida, hay que mejorar. La investigación ahora se produce en la universidad o en centros como el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo. Obviamente se debe promocionar y estimular la investigación. Me consta que en breve habrá una convocatoria de becas para la investigación. Hay que evitar lo de otros tiempos, que investigadores como es el caso de Juan Carlos Izpisúa, socio de honor de la Academia, se tengan que ir a Estados Unidos por falta de medios para investigar.