Conocer cómo vivían las civilizaciones del pasado, más allá de encontrar o no un tesoro, es y siempre ha sido el objetivo de los arqueólogos. Aprender a través del contexto quienes eran los pobladores de un lugar, cómo construían sus infraestructuras, de qué forma se relacionaban entre ellos. Con Ángeles Utrero, vamos a viajar al pasado mozárabe de Toledo, esa época en la que España se llamaba Al-Ándalus, y en las que varias culturas convivían ya fuera en paz o en conflicto.
María Ángeles Utrero es arqueóloga y científica de la Escuela de Estudios Árabes del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). En la entrevista que ha mantenido con Toledodiario.es, nos cuenta que en el instituto, gracias a un profesor de historia que "daba unas clases muy apasionantes, que incluso a día de hoy recuerdo con mucho entusiasmo", fue donde decidió que estudiaría esta rama de conocimiento. "Me matriculé en la Universidad Autónoma, en una especialidad que no existía en todas las facultades, prehistoria y arqueología", expone. Posteriormente, su camino tomó dirección hacia la época medieval, con la que finalmente defendió su tesis doctoral 'Iglesias tardoantiguas y altomedievales en la Península Ibérica. Análisis arqueológico y sistemas de abovedamiento'.
Utrero llegó hace cinco años al yacimiento de Melque -más conocido por la ermita mozárabe de Santa María del Melque-, que se ubica en las inmediaciones del municipio toledano de San Martín de Montalbán. Su director de tesis, Luis Caballero ya había retomado en la década de 1970 los trabajos arqueológicos que se estaban llevando a cabo allí. Ángeles asegura que en su etapa predoctoral ya había excavado en el yacimiento, pero que después ha vuelto en diferentes ocasiones hasta estar allí de forma continuada.
Un yacimiento monástico excepcional para comprender la vida cristiana en Al-Ándalus
Para Ángeles una de las particularidades que tiene Melque es que "es un yacimiento muy amplio en extensión, y también complejo. Posee una secuencia muy rica y aunque normalmente nos fijamos en el monasterio, el yacimiento es igual de importante". Una zona arqueológica que "siempre se ha discutido si es visigoda, aunque desde hace varios años consideramos que es mozárabe, es decir, que está realizada por los cristianos cuando Toledo ya era Al-Ándalus".
Ángeles Utrero asegura que "es uno de los pocos yacimientos monásticos que están en excavación de una manera regular, no solo en la península ibérica, sino en toda la Europa occidental. Aunque las últimas excavaciones datan de finales de la década de 1990, Utrero señala que su equipo quiso centrarse más en las estructuras monásticas que en la propia iglesia, que es la que capta la atención. "La iglesia parece que estaba ubicada en el centro de un patio, pero del resto de espacios conocemos muy poquito. Gracias a las actuaciones hemos conseguido reconocer la planta de una gran nave norte que nos permite de forma inédita ver que lo que parecía ser una nave cerrada era en realidad una nave abierta, que funciona como un sistema de pilares", relata. Avanza también que eso les ha permitido "conocer cómo ha pervivido, cuánto tiempo estuvo en uso, quién la ocupó y descubrir su evolución hasta el día de hoy".
Este es el caso de Melque, donde el equipo de arqueólogos iba viendo que "realmente es un monasterio que se pone en marcha por una comunidad muy importante, dado que tiene muchísimos recursos". Algunos de ellos son la posibilidad de tener esa iglesia construida en piedra, "abovedada, que a día de hoy es la más grande de Europa, porque poseen infraestructuras hidráulicas y construyen así un complejo de grandes dimensiones". Ángeles Utrero señala también que en el caso de la decoración, a través de las piezas de mármol se aprecia una labor de artesanía: "Los estucos están hechos por artesanos especializados, de manera que eso nos da a entender que tienen multitud de recursos humanos, materiales y económicos".
La arqueología es como un libro. El arqueólogo se encarga de pasar las páginas de manera ordenada, para ir entendiendo las historias. Si solo nos fijamos en las fotografías, solo vamos a ver cosas bonitas, pero no vamos a entender nada" - Ángeles Utrero, arqueóloga.
Por otra parte, gracias a estudios geológicos, de botánica y fauna el equipo de arqueólogos de Melque ha estudiado "la alimentación de los habitantes del complejo monástico, hemos descubierto que poseían zonas con cocinas y que también contaban con herramientas agrícolas. Los monasterios no eran solamente centros religiosos, sino que allí convivía y se desarrollaba una comunidad".
El contexto, la clave que diferencia la arqueología del simple hallazgo
Ángeles Utrero aboga porque la arqueología "deje de medirse más por el hallazgo y por lo bonito que por el contexto, que es en lo que se basa precisamente". Apunta que si no sabemos de dónde vienen las cosas "no tienen ningún valor, porque no podemos interpretarlas históricamente". La arqueóloga comenta que "la pregunta de qué es lo más interesante que has encontrado ya cansa, porque para nosotros todo es interesante. Lo importante no es el tesoro o la corona, sino dónde está ese tesoro, y cómo puedo leerlo históricamente", expresa.
En la actualidad Melque es "un lugar aislado, pero localizado en un cruce de caminos", lo que significa que en la época de su apogeo "estaba bien conectado y que se encontraba en una red comercial, lo que permitía mediante esos beneficios económicos un asentamiento de esta magnitud". Es por ello que la labor de estos investigadores es centrarlo es su contexto para "a la hora de excavar entender qué significa Melque" no solo como el monumento visible "sino el entorno en el que se encuentra".
A lo largo de la historia, el entorno de Melque no pervivió como monasterio, sino que lo hizo como "lugar de estabulación de animales". Conforme fue convirtiéndose en una zona despoblada, los lugareños empleaban los restos arquitectónicos para uso propio de manera natural. "Es normal que los yacimientos en las zonas rurales se utilicen para ello. Si tú eres un señor que tienes unas cabras y tienes una iglesia vacía, pues metes allí las cabras porque no sabes lo que es", explica Utrero.
Sin embargo, marca un matiz en las acciones intencionadas y condena la expoliación. "Cuando hacemos agujeros estamos perjudicando el yacimiento. Se trata de una actividad que está penalizada porque se destruye el patrimonio. Hay un mito de que cualquier persona puede excavar, pero eso es un trabajo que tienen que hacer los arqueólogos, porque seguimos un método. Para eso somos una ciencia y una disciplina científica", apunta Ángeles.
Incide en que sobre todo en zonas rurales "con la excusa de decir yo lo he descubierto o he ayudado se minimiza un problema que existe bastante. Porque hay gente que conoce muy bien el campo, mejor que los arqueólogos y arqueólogas, pero a veces por decirlo de alguna forma, tienen demasiada iniciativa, y acaba siendo perjudicial".
El proyecto de excavación del yacimiento continuará por el momento durante cinco años más, gracias a un proyecto europeo financiado por la Comisión Europea de Investigación, cuyo objetivo es el de estudiar los monasterios cristianos de Al-Ándalus. María Ángeles Utrero se muestra "muy alegre" porque se trata de "un tema que está completamente por desarrollar desde el punto de vista arqueológico. Las perspectivas actuales son muy buenas y vamos a poder conocer y entender el entorno de Melque, así como transferir a la sociedad el conocimiento de este sitio y lo que implica".













