
El farmacéutico de Navalcán, Álvaro Bejerano Pita da Veiga en la inauguración de la reforma del establecimiento/ Imagen cedida
Álvaro Bejerano Pita da Veiga regenta ahora la farmacia que su madre compró cuando él solo tenía tres meses en Navalcán, un pueblo de menos de 2.000 habitantes en la provincia de Toledo. “Lo que más he aprendido de mi madre es mirar a la gente de tú a tú, que todos son iguales. Lo que las personas muchas veces necesitan es ser escuchadas, y nuestro deber es ayudar a cada uno con lo que necesita, ya sea una dispensación o una conversación”.
El joven, de 36 años, estudió Administración y Dirección de Empresas y reside en Talavera de la Reina. Sin embargo, tras trabajar mucho tiempo en una multinacional sintió que necesitaba “ayudar a los demás”.
“Siempre me he criado aquí, venía todos los veranos y muchos fines de semana y colaboraba en las tareas que yo podía hacer”, explica Bejerano. El querer dedicarse a la farmacia para él siempre era “una voz detrás de la oreja”, pero el hecho de parar su vida para estudiar farmacia no lo contemplaba.
La llegada de la pandemia de COVID-19 fue la “excusa perfecta” y después de mucho valorarlo se matriculó en la carrera de Farmacia. “Con la COVID ves las cosas de otra manera. Veía la labor que hacían los sanitarios y sientes que te gustaría ayudar más. El mundo se paró un poco y dije, es mi momento y lo dejé todo para estudiar farmacia”, relata el joven navalqueño.
“Lo más importante es la atención y sobre todo la ética profesional”
Álvaro lo tiene muy claro. Desde que se puso al frente de la farmacia de su madre, que ya se ha jubilado, sabía que seguiría su legado. “Ella me ha enseñado lo que es la empatía. Pero sobre todo la honestidad y la honradez. Hay cosas delicadas en el sector farmacéutico, donde hay gente que por vender te vende cualquier cosa. Y no hay que vender por vender. Lo más importante es la atención y sobre todo la ética profesional, la vocación de servicio”, explica.
Tanto es así que él define la farmacia como un “núcleo familiar”. Destaca que en Navalcán hay muchas personas mayores que tienen a sus hijos viviendo en Madrid o en otras ciudades y no vienen tan a menudo al pueblo.
“Nosotros estamos aquí para lo que necesiten. A veces si les hacen falta pañales, que es un paquete muy voluminoso, pues cuando cierro a mediodía la farmacia se lo acerco a casa. También, ya que paso por allí si tienen algún problema con el móvil trato de arreglárselo. Son cosas sencillas, pero a ellos les supone mucha ayuda”, expresa Álvaro, orgulloso de poder ayudar a sus vecinos.
En esta pequeña farmacia trabajan, además de Álvaro, una farmacéutica adjunta y dos técnicas de farmacia, que son de Navalcán y de pueblos de la zona, por lo que fomenta empleo local. “Una de las técnicos es nacida y criada en el pueblo, entonces ella se conoce a todas las familias y muchas veces sabe qué medicación toma cada uno.
Entonces si por ejemplo se le olvida algo a alguien, pues se lo acerca a casa. Es más que una farmacia, yo creo que cumple un servicio social”, explica Bejerano.
Además, que en la farmacia trabajen personas de la zona es muy importante para Álvaro, porque siente que “entienden lo que es la vida en el pueblo, cómo piensan los abuelos y cómo funciona una farmacia rural. Hablamos el mismo idioma”.
En la Farmacia de Navalcán -porque es la única que existe en el municipio- también han tenido a personas haciendo prácticas. “No tengo miedo a contratar gente nueva. Ahora en muchas empresas siempre te piden experiencia, pero la experiencia se adquiere trabajando y yo creo mucho en dar oportunidades”, señala Álvaro, que dice estar abierto a seguir colaborando en programas de prácticas con universidades e institutos.
Una farmacia rural que ofrece cursos de formación al personal y a los pacientes
Con Álvaro al frente del negocio también han llegado reformas. “La última fue en 2005 así que ahora le hemos dado un lavado de cara. Detrás contamos con un patio interior y lo hemos techado para en un futuro poder hacer cursos de formación tanto para el personal interno como para los pacientes. Ya sea sobre la diabetes, sobre recomendaciones y consejos para evitar la exposición al sol. Hay mucha desinformación y a veces los problemas se agudizan porque no sabemos cómo tratarlos”, apunta.
En la actualidad ofrecen diferentes servicios en la farmacia, que van desde la medición de glucosa y de tensión, “test de embarazo rápidos que se realizan con una muestra de sangre obtenida por punción, parecidos a los de la glucosa”.
Por otro lado, también realizan seguimientos dietéticos con un farmacéutico externo que “se conecta vía online”. Desde la farmacia le ofrecen al paciente esa conexión a través del ordenador en el propio establecimiento, y así pueden hacer un seguimiento de sus dietas.
La farmacia de Navalcán está, además, adherida al Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM) para la dispensación de productos de ortopedia, de manera que realizan “las gestiones de estos productos que son financiados”.
Este mes de julio han estrenado dependencias, tras la reforma. “En el pueblo están encantados. Les da mucha seguridad y confianza ver que continúa el legado de mi madre, que no viene una persona de fuera, a la que no conocen y que puede tener un trato distinto con ellos. Agradecen mucho este lavado de cara. A veces me comentan: uy, tenemos una farmacia de capital. Pero nada de eso, es solo lo que se merece este pueblo”, señala con orgullo Bejerano.